7.7.11

El fuego de Dios






1- El Fuego de Dios nos purifica


Malaquías 3:2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

Hebreos 12:29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.

Consumidor: del griego "katanalisko" que significa "consumir absolutamente".
Su fuego nos limpia de todo lo que a él no le agrada (celos, envidias, mentiras, rivalidad).
Él destruye lo que no le glorifica. Cuando venimos a su presencia él se encarga de purificarnos.


Jeremías 23:29 ¿No es mi palabra como fuego --declara el SEÑOR-- y como martillo que despedaza la roca?

El nos confronta con su palabra. Nos purifica con sus palabras. Nos perfecciona.





2- El Fuego de Dios consume a nuestros enemigos

Deuteronomio 9:3 Pero tú, entiende bien hoy que el Señor tu Dios avanzará al frente de ti, y que los destruirá como un fuego consumidor y los someterá a tu poder. Tú los expulsarás y los aniquilarás en seguida, tal como el Señor te lo ha prometido. (NVI)

Salmo 97:3 El fuego va delante de él y consume a los adversarios que lo rodean.





3- El Fuego de Dios nos protege

Zacarías 2:5 "Y yo seré para ella"--declara el SEÑOR-- "una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella." (LBLA)

Nos protege de nosotros mismos, del pecado.


4- El fuego de Dios nos sostiene

Jeremías 20:9-12 Pero si digo: No le recordaré ni hablaré más en su nombre, esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago esfuerzos por contenerlo , y no puedo. Porque he oído las murmuraciones de muchos: ¡Terror por todas partes! ¡Denunciadle, denunciémosle! Todos mis amigos de confianza, esperando mi caída, dicen: Tal vez será persuadido, prevaleceremos contra él y tomaremos de él nuestra venganza. Pero el SEÑOR está conmigo como campeón temible; por tanto, mis perseguidores tropezarán y no prevalecerán. Quedarán muy avergonzados, pues no han triunfado, tendrán afrenta perpetua que nunca será olvidada. Oh SEÑOR de los ejércitos, que pruebas al justo, que ves las entrañas y el corazón, vea yo tu venganza sobre ellos, pues a ti he encomendado mi causa.

Jeremías quería callar a causa de los desprecios y de sus enemigos. Pero ese fuego dentro de él lo sostuvo en esos tiempos difíciles y encomendó su causa al Señor. Ese fuego ardía en sus huesos!

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